jueves, 26 de mayo de 2011

Testimonio


“¡Ay, por qué ha tenido que morirse ese hombre, carajo!”
A Ramón le salió decir así cuando le pregunté sobre el Che Guevara.

Rezo por vos


Para poder viajar a la Argentina y reencontrarse con su hijo, ella, Julia, pensó en ella. Acaso ella también había sido pobre, como ella. Y fue hasta las calles C y Calzada para implorarle; para esto nadie mejor que ella, tan argentina, tan humilde, me dijo ella, Julia.
Si finalmente logra viajar a la Argentina, ninguna persona podrá quitarle de la cabeza que fue gracias a Eva Perón, cuyo busto se encuentra emplazado en una esquinita de La Habana.

Esta hinchada se merece ser campeón


El beisbol es, para mí, el deporte más aburrido del mundo. Aun así, no me arrepiento de haber ido a ver un partido, entre Industriales y Guantánamo. Pocas cosas pueden resultar más divertidas que observar a los cubanos gritar-enojarse-festejar mientras juega su equipo.

lunes, 9 de mayo de 2011

Hermosa, sin maquillaje


En Cuba les falta pintura a las casas, resortes a los colchones, accesorios a los autos, calidad a la ropa, variedad a la comida y, sin embargo (en este caso que no se entienda “sin embargo”; o sí), es un país rico.
La gran riqueza se atesora invisible entre las gentes. Cálidos y solidarios, los cubanos socializan con sus visitantes sus casas despintadas, sus colchones hundidos, sus autos viejos y, sobre todo, su comida. En cada lugar que estuve, ante el mínimo amague de esquivar la mesa se me convenció de lo contrario.
Repetían, todos:
—Aquí nadie se acuesta sin comer.
Ese mérito, también es de la Revolución.

lunes, 25 de abril de 2011

Hasta siempre, comandante


Nunca me había pasado algo así. Mármol, bronce, mucho o poco, no importa, esa quietud pasmosa que nada dice y que a veces invita a la foto protocolar para que nosotros, cuando andamos de turistas, nos vanagloriemos de decir “yo estuve”. Qué estúpidos podemos ser a veces.
Ante aquella trampa ideal para echarle flashes a una estatua, tan fría, tan muerta, me sentí increíblemente vivo.
Si fue él, si fui yo, si fue su legado o la magnitud de la escultura, no lo sé. Ver al Che, su imagen imponente, me dejó sentado en las escalinatas del lugar más visitado de Santa Clara, quieto, minúsculo, incapaz de contener el llanto.
Después de padecer el síndrome del turista, lo lloré solito mientras leía su carta de despedida a Fidel grabada sobre mármol, mientras me emocionaba, mientras entendía, por mi cara repleta de lágrimas suicidas, que ese hombre no estaba muerto.

No son mucho más que dos


—¡La pelota, ay compadre!
Tuve la suerte de convivir con Arístides en su casa, dos días. Ese señor tan serio acaba de jubilarse como profesor universitario de marxismo-leninismo, luego de 45 años de ejercicio.
Académico por vocación, me señaló su desinterés por la pelota, como llaman los cubanos a al beisbol.
—No soy el único— se justificó.
—¿No?— lo interpelé.
—Por esta cuadra misma dos o tres más a los que tampoco les interesa.
—Seguro que a esos “dos o tres” no los conocés.
Arístides se delató sin pronunciar palabra. Ahí nomás, delante de mí, se echó a reír todo lo que se le dio las ganas.

miércoles, 20 de abril de 2011

Psicología habanera


De chiquito le tenía mucho miedo a la oscuridad. Tanto fue ese susto que los efectos se extendieron hasta estos días, en los que no hubo quien lograra calmarme esas sensaciones. La Habana me curó sin decir. Esa ciudad tan antigua como entrañable de noche cierra los ojos y no deja que nadie vea. Ni un robo ni nada malo pasa en La Habana, a pesar de la oscuridad.
Rendido ante la evidencia, ahora me temo temerle a las luces de Buenos Aires.

martes, 12 de abril de 2011

Postal


Algunas casas de Cuba tienen olor a humedad; las calles, todas, huelen a dignidad.

Comen y convidan


En Cuba les falta pintura a las casas, resortes a los colchones, accesorios a los autos, calidad a la ropa, variedad a la comida y, sin embargo (en este caso que no se entienda “sin embargo”; o sí), es un país rico.
La gran riqueza se atesora invisible entre las gentes. Cálidos y solidarios, los cubanos socializan con sus visitantes sus casas despintadas, sus colchones hundidos, sus autos viejos y, sobre todo, su comida. En cada lugar que estuve, ante el mínimo amague de esquivar la mesa se me convenció de lo contrario.
Repetían, todos:
—Aquí nadie se acuesta sin comer.
Ese mérito, también es de la Revolución.

martes, 5 de abril de 2011

En la Plaza de la Juventud


Ron, reggaetón, cerveza y el baile sigue y la sangre hierve y los cuerpos se mueven y la fiesta es cada vez más fiesta y la música no deja de sonar y el ron se consume y la cerveza se agota y la sangre es lava volcánica y los cuerpos se contornean pegados y el mundo gira, todo gira, también los cuerpos; es de madrugada, en Cuba se hace el amor.

Algunos críticos


CONSUMO

—Hay veces que no conseguimos shampoo—, se queja una cubana.
—¿Pero comen bien, verdad?— pregunto para hacerle ver.
—Sí, claro.
—¿Todos?
—Sí, todos, m’ijito.
—Ah, porque en Argentina eso no sucede.

OCUPACION

—En Cuba los sueldos no alcanzan— reprocha un empleado estatal.
—¿Y todos tienen trabajo?
—Bueno, la gran mayoría sí.
—¿Y qué pasa con aquel que no tiene empleo?
—El Estado le otorga un seguro.
—O sea que, por mínimo que sea, aquí nadie se queda sin percibir ingresos.
—Digamos que es así.
(Marcar la diferencia entre Cuba y Argentina no me costó ningún trabajo).

EDUCACION

—Ustedes pueden comprarse lo que quieren y pasear en las vacaciones.
—¿Quiénes?— cuestiono.
—Los argentinos.
—Pero vos sólo estás evaluando casos particulares.
—¿Y qué sucede con la mayoría de la población?— pregunta el joven.
—No tiene la más mínima chance de viajar.
—Al menos viven mejor que acá— retruca.
—Evaluemos qué es vivir mejor. ¿En Cuba completa sus estudios TODO aquel que quiere?
—Sí.
—¿Y el gobierno impulsa que todos se eduquen y desarrollen sus conocimientos?
—Ah, eso sí.
—¿Y nadie paga ni un centavo por estudiar?
—Nada.
—¿Tampoco los estudios superiores, como post grados?
—Exacto.
—¿Entonces hay muchos profesionales?
—Muchísimos.
—¿Y eso te parece vivir mal?
—…

martes, 29 de marzo de 2011

Decir, esa es la cuestión


El pueblo no es espejo de sus más notables artistas musicales. Silvio y la nueva trova dicen lo que tienen para decir con la voz y con las letras. En cambio las gentes, artistas del baile, dicen alguito con las palabras y casi todo con el lenguaje gestual. Mientras los músicos ni se mueven para contar historias, los cuerpos del pueblo vibran para hacer saber de sus vidas.

Ilusión óptica


Fue un día en el que andaba de compras. Y de pronto decido adecuarme, de fachada, a la Revolución.
Ella que baja y yo que subo. Ella que cierra la puerta de la casa mientras a mí me queda por dejar atrás los últimos escalones.
Gira, me ve; se sorprende. La negra se queda blanca. No habla, no dice; la de lengua larga está muda.
—Juli— la nombro.
Silencio.
—Juli, ¿cómo estás?— insisto.
Le vuelve el color y el habla. A la doña se le pasa el asombro y la mudez.
—¡Ay, muchacho!, exclama.
Después me contó que al verme así, “con esa boina, y de barba”, pensó que se le había aparecido el Che Guevara.

domingo, 27 de marzo de 2011

Convencimiento


“Y lo que no nos pueden perdonar los imperialistas es que hemos hecho una Revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos”. La frase es parte de un discurso de Fidel Castro, pronunciado después de la victoria en Playa Girón.
Las imágenes las vi por televisión. De todas ellas, la que más me impresionó fue la de un muchacho, de veintidós años, revolucionario, que peleó voluntariamente por la causa. A él, a Eduardo García Delgado, lo cruzó un misil que le partió los huesos. Sin embargo, como si se tratase de un dibujito animado que resiste hasta lo inverosímil, mientras se moría, con su sangre misma escribió FIDEL en una pared.

jueves, 24 de marzo de 2011

El capitalismo no está de moda


Cuadros del Che, Fidel en la televisión, una biblioteca roja y le prédica cotidiana acerca de la Revolución. Con Bettina, una chica austríaca, compartimos unas horas en la misma casa de familia, ese ambiente tan particularmente cubano.
Simpática y lanzada a trazar una comparación con lo que sucedía en su país, reflexionó: “Acá ser revolucionario es usar Dolce&Gabbana”.

Nada se tira, todo se recicla


Vicente me contaba con gracia e ingenio sobre el ingenio cubano. En la isla los recursos son tan escasos que el lujo es una palabra que se conoce sólo por diccionario. Y entonces este morocho cuarentón me detalló cómo se reciclan los autos, cómo se les agrega motor a las bicicletas, de qué manera se instalan caseramente sistemas y moldes y piezas y etcéteras para que todo funcione con el menor gasto posible.
En aquella enumeración infinita de inventos, Vicente no me nombró uno que yo pude percibir caminando a cualquier hora, por cualquier esquina de Cuba: ahí se inventó la decencia.
Piropo de él a ella, cuando la ve pasar:
—Mami, llévame contigo.

Ahí están, ellos son


Hay un ejército enorme de revolucionarios silenciosos que construyen el socialismo sin echarse a la propaganda.
En paralelo, existe un grupo minúsculo de gente que revolotea alrededor del turista para chistarle al oído sus problemas. Esos, los que mendigan beneficios y piden CUC (divisa internacional) relatan su propia versión. Por culpa de esos pocos y pocas, Cuba no tiene la mejor prensa. Pero quién puede hablar mal del país que parió el sistema social más justo del mundo.

Cómo te lo digo


Los cubanos se soplan las palabras y sus oídos agudos captan los significados. Hablar en castellano no alcanza para seguir el rastro de esas palabras arrastradas, dichas por lo bajo.
Pero entre ellos, los cubanos, se entienden a la perfección. Acaso lo establecido, el orden de cómo se dice lo que se dice, no tenga cabida en la revolución del discurso. Es desde allí donde los cubanos construyen su realidad.

Ad hoc
Cuando uno saluda al pasar, el cubano corresponde con una contestación. Al menos emiten un sonido que lleva a la suposición de creer que uno también fue saludado. Ahora, qué es lo que dicen vaya uno a saber. Ese misterio lo conservan muy bien.

Te sigo a todos lados


Pasó que no supe; pasó que supuse. No saber es probable. Lo que no se puede es dejar de pensar cómo pudo ser. Y uno imagina hasta que llega el día de constatar la verdad.
A Cuba se la puede disfrutar sin plata. Sin embargo, saber más allá de sus límites geográficos tiene costos altísimos. Pasa que mientras uno vive y siente el socialismo desde adentro se olvida de su propia casa.
En la maravillosa Cuba es fácil olvidarse de la patria. De Atlanta, imposible.

No tiembla, late


La música brota por los poros del asfalto. En cualquier rincón o plaza o pasillo o calle, Santiago de Cuba regala melodías.
Me habían dicho que en esta parte de la isla, la tierra temblaba. Los científicos, ensimismados en su ciencia, insisten en dar explicaciones sobre el reacomodamiento de las placas tectónicas.
Las verdaderas razones son otras: si el oriente de este país caliente se mueve, es porque su gente no para nunca de bailar.

Un pasito para el fondo


La Habana es suave, armoniosa, le encanta encantar. Su andar cansino se presenta a suicidio cada vez que hace su entrada triunfal alguna guagua. Los cubanos y cubanitos corren al asalto del medio de transporte más popular de la isla. La horda de gente ataca las puertas y se mete a los empujones para producir el milagro; donde ya no había ni un poquito de lugar, ellos se encajan y entrelazan piernas y brazos para poder caber todos. Y encima, sonríen.