jueves, 24 de marzo de 2011
Nada se tira, todo se recicla
Vicente me contaba con gracia e ingenio sobre el ingenio cubano. En la isla los recursos son tan escasos que el lujo es una palabra que se conoce sólo por diccionario. Y entonces este morocho cuarentón me detalló cómo se reciclan los autos, cómo se les agrega motor a las bicicletas, de qué manera se instalan caseramente sistemas y moldes y piezas y etcéteras para que todo funcione con el menor gasto posible.
En aquella enumeración infinita de inventos, Vicente no me nombró uno que yo pude percibir caminando a cualquier hora, por cualquier esquina de Cuba: ahí se inventó la decencia.
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